miércoles, mayo 30, 2007

Es verdad

No mamen, me acabo de acordar!!! Yo tengo un blog!!!



Semi vacacionando

Semi descansando

Semi descremado

Semi desnudo

viernes, mayo 04, 2007

Porque igual se escribir sin groserías...



Sueño

Fue demasiado, por eso me pasó lo que me pasó. Se me junto un día de trabajo con dos de irresponsabilidad, y no dormí tres días completos.
Lo que sucedió, fue que la soledad del domingo la acompañé con mi colección de series y películas viejas de mafia italiana, blanco y negro y luego Coppola y Scorsese a todo color. Estoy mal, lo sé, trato de matar mis trastornos de sueño distrayendo mi mente con algo que me mantenga despierto, un patrón autodestructivo. Tres largometrajes después, miré el reloj y ya eran casi las 6. Comí algo, un baño y a trabajar. No dormí.

Ahí no pague las consecuencias si no hasta las 4 de la tarde, cuando mis parpados aumentaron de peso y eran atraídos con una fuerza sobrehumana hacia el suelo. Odio el café, así que no lo tomé. Preferí utilizar mi voluntad para mantenerme despierto y alcanzar las dos miserables horas que me separaban del infierno de estar despierto, con el paraíso del sueño.

Por fin el reloj llegó a las seis de la tarde, hora en la que se acaba el trabajo y podemos ir a casa a descansar de este embrujo somnoliento que no permite a mis extremidades moverse con libertad. Caminé como pude a la estación del metro, y como pude hice la fila para comprar mi boleto. Ya lo tenía en la mano cuando alguien me tocó el hombro, mis reflejos me hicieron mirar, enseguida reconocí que era una mujer, pero tardé unos segundos en recordar su nombre.

Valeria fue una compañera de la preparatoria, ella me hizo sentir por vez primera como se mueven las tripas dentro de uno, aunque nunca se lo mencioné por una extraña mezcla de cobardía y de su poderosa sonrisa. Me comentó que era su ultimo día en la ciudad y en automático mis tripas se movieron otra vez y disparé con una invitación a cenar, mi sueño se fue a no se dónde. Caminamos, cenamos, bailamos. Fuimos a mi casa y recordamos las tontas aventuras de bachilleres, nos confesamos la mutua atracción y todos mis sueños de prepa se cumplieron. Gracias a dios, no dormí.

Me bañe y me vestí muy contento para dirigirme a mi trabajo, Valeria se despidió de mi. Ella debía regresar a casa, a un hogar recién formado, su marido la esperaba. Mi mente estaba realmente despierta, pues todo el día estuve pensando en Valeria, los recuerdos de su piel y el olor de su pelo no me dejaban en paz y me era muy fácil perderme en ellos, fantaseando quizás con otro encuentro, pero no, estúpido, no le pediste su teléfono. Me di cuenta que mi cerebro no estaba trabajando correctamente, no por el hecho de haber olvidado pedirle su número, si no porque no estaba haciendo bien mi trabajo. Parecía que el mundo estaba confabulado en burlarse de mí, pues todos en la oficina me pedían favores que hice a medias, sin mencionar que el aire acondicionado jamás prendió ese día y la temperatura se mezclo con mis ganas de mandar al diablo todo y echarme a dormir en donde sea para soñar con Valeria. Estaba pagando todos mis irresponsables pecados en un solo día, maldita mafia italiana, bendita Valeria, en media hora podré largarme a casa. Un minuto antes de las seis, el jefe me dijo, en un tono asquerosamente amable, que no olvidara los reportes mensuales de la empresa. Claro que no lo he olvidado, estuve trabajando en eso anoche y el fin de semana, mentira necesaria, pues no había hecho nada.

Con las carpetas bajo el brazo, arrastre mis pies hacia la estación, pensando en nada, respirando lento y con los ojos llorosos. Llegué a mi casa, pasé la noche resolviendo operaciones aritméticas simples, que incluían sumas, multiplicaciones y pestañeos. Hubo un momento en el que me quede dormido por unos minutos, pero me despertó la vergüenza de no haber hecho mi reporte a tiempo. Cuando se acabaron las sumas, el cielo ya estaba iluminado. Tampoco dormí.

Entré al baño, con el inocente pensamiento de que el agua fría podría espantar esa sensación de estar vivo y actuar como muerto. Fue inútil. Ese día si que pagué las consecuencias de mi insomnia aventura de tres días. No sentía mis propios pasos, y el mundo estaba en cámara lenta, la gente hablaba pero yo no escuchaba nada, se reían y yo jamás supe porque, claro que nunca me interesó. Mis ojos parecían ser los mas afectados contraídos, enrojecidos y resecos, necesitaban descansar, y yo los había forzado a 3 noches sin dormir. Cada parpadeo era un riesgo a quedarme dormido, mis propios ojos se vengaban de mí.

Llegué a casa. Antes, recorrí un camino tortuoso de triste somnolencia, primero por el centro de la ciudad, luego en la estación del metro, después en el vagón y al final las 3 cuadras que debo caminar para llegar a mi casa y darme cuenta que tenia los ojos entumecidos, y que el sueño que cargaba se había convertido en una especie de hipnosis. Por tonto que parezca, al recostarme en mi ansiada cama, no pude dormir. Cerraba los ojos, pero mis pensamientos hacían demasiado ruido, sumas, restas, besos y gángsters. Volví a intentarlo. Cerré los ojos y trate de pensar en nada, pero con los ojos entumecidos de insomnio, tenia la extraña sensación de poder ver a través de mis parpados. Imposible, leeré un libro, siempre funciona. Escogí ese libro que habla de la miseria de un hombre vanidoso que tiene un retrato que envejece por él, lo he leído unas 3 veces, debe aburrirme esta vez.

Mi estrategia estaba funcionando, ahora era dichoso al sentir el peso descomunal de mis parpados, estaba deseoso de poder dormir. Ya casi lo logro. En unos minutos estaré durmiendo. Pronto sentí el primer parpadeo pesado, y el mundo comenzó a obscurecer. Pero maldita sea, tocan a la puerta. No voy a abrir, tengo demasiado sueño y debo aprovechar que en mi cabeza no hay pendientes ni preocupaciones. Mejor dejo que el mundo se siga obscureciendo, ¿porque no dejan de tocar? ¿Y porque tocan tan fuerte? Parece que quieren derribar la puerta. Nunca he podido dormir mientras hay un ruido con un patrón de repetición, así que me levanté enfurecido y desganado, camine hacia la puerta y la abrí.

Ahí afuera, estaban dos hombres corpulentos vestidos de negro, con gafas obscuras y sombreros del mismo color. Me estaba muriendo de sueño, me fue un poco difícil balbucear – ¿Si? ¿Que desean? – ¿Es usted el señor Felipe Gonzáles? – dijo uno de los hombres – Si, soy yo – ¿Sería usted tan amable de acompañarnos? – Habló el otro – En ese momento tuve una sensación de extrañeza, es raro que un desconocido llegue a tu puerta y te pida salir. – ¿Disculpe? – Señor Gonzáles, debe acompañarnos –

Un tono muy serio y vacío, una forma de hablar un poco sintética, quizá aburrida pensé en ese momento, pero muy extraña. Mi adormecida mente trató de pensar en las razones por las cuales dos sujetos querrían que los acompañase. – ¿Son ustedes de la policía? – En ese momento, los dos sujetos se miraron fijamente por un largo rato, y digo largo rato porque estuvieron viéndose varios segundos, mas de diez tal vez, sin hablar ni moverse, y yo ahí parado, con el sentimiento de extrañeza en las entrañas, pensando en lo incómodo de la situación. – No – dijo uno de ellos. Al oír la respuesta supe que algo andaba mal, fue un “No” seco, con decisión, con veneno. En ese momento sentí un frío que recorrió mi espalda de lado a lado, un frío que solo sienten las personas que saben que van a morir, un frío de muerte.

Pero el frío de muerte aviva los sentidos, y te hace reaccionar de maneras felinas y con fuerzas animales. Solo me llevo unas milésimas de segundo dar tremendo portazo, que no les dio tiempo a los hombres de evitarlo. No se porque, sabía que debía huir. Corrí lo mas rápido que pude. Salté, corrí, salté. Aunque suene increíble, mi primer impulso fue escalar los muros y subirme a mi antigüo escondite infantil, en el techo aprendí a fumar y a refugiarme de los días tristes.

Subí lentamente y sin hacer ruido, me senté a un lado del tanque de agua. Escuché ruidos de destrucción en mi casa y me di cuenta que todavía tenía sueño, y mucho. Después del escándalo que hicieron esos hombres en mi casa, salieron al patio, miraron por los muros y regresaron adentro, mas escándalo, mucho sueño. Subieron a su auto y se fueron. Treinta minutos después, seguía teniendo sueño y miedo.

Bajé con cautela, mi corazón latía muy rápido y las piernas me temblaban. Cuando entré, pude ver los efectos de la búsqueda de los extraños hombres de negro. Pude ver la vajilla que me regalo una tía cuando me vine a vivir solo, estaba rota y esparcida por el suelo. Igual mi mediocre comedor estaba de cabeza, no me dió tristeza verlo así, nunca me gustó. Me dirigí a mi recamara lentamente, abrí la puerta y me di cuenta que ellos habían estado ahí. La ropa se encontraba en el suelo, revueltas con mis libros. Miré hacia mi cama, y vi que habían hecho un agujero en ella, un agujero en el colchón, lo bastante grande como para que quepa una persona dentro.

Valeria se encontraba ahí, en el agujero del colchón, hundida y preciosa. Hermosa, con un elegante vestido blanco y brillantes aretes de perlas, la blancura del vestido hacía juego con su piel, pero también un horrible contraste con la sangre y vísceras que salían de su vientre. Estaba viva, lo sé porque tuvo tiempo de sacar un pequeño quejido que fue ahogado por un borbotón de sangre, después silencio y una mirada fija directo a mis ojos, aunque yo sabía que miraba al vacío. Fue entonces cuando sentí un calor que recorrió mi espalda de lado a lado, un calor que solo sienten las personas que ven morir a alguien, un calor de muerte.

Pero el calor de muerte alenta los sentidos, adormece las piernas y aturde la mente. Por eso me quedé parado mirando los ojos vacíos de Valeria. Hipnotizado y con sueño. Aún tengo sueño. Como me encontraba durmiendo despierto, no pude escuchar el momento en el que regresaron los extraños hombres, y antes de que pueda hacer algo, ya me habían tomado por la espalda e inmovilizado. – Señor Gonzáles, díganos, ¿que ha hecho? – ¿Que le ha hecho a Valeria? - Quería responder algo, pero un hombre apretaba mi garganta con fuerza. – Señor Gonzáles, debo decirle, que lo vamos a tener que matar – Entonces sentí otra vez el frío de muerte que se mezclo con el calor de muerte y fue un choque en los intestinos que me hicieron vomitar, pero la mano del extraño hombre que apretaba mi garganta lo impidió. De un solo movimiento y sin que pudiera yo evitarlo, el hombre me tiró al suelo y me dejo totalmente inmovilizado. Ahí estaba yo mirando al techo, con miedo y con sueño. Mientras aquel hombre me sujetaba, el otro se inclinó hacia mi y sacó una vara larga de metal, brillosa y delgada pero con una horrible punta al final. Trataba de liberarme, me movía como un animal acorralado, gritaba, miraba los rostros serios de los dos hombres y me seguía preguntando porque diablos seguía teniendo sueño. El hombre limpió la vara con un pañuelo blanco y de una manera suave y hasta cierto punto tierna, la introdujo lentamente en mi hombro izquierdo. Sentí una terrible punzada en el hueso, un dolor muy agudo. El sujeto no sonreía, ni tenía expresión alguna en el rostro, solo miraba fijamente mi brazo y la vara. La veía entrar y salir, una y otra vez, limpiaba la sangre con su pañuelo blanco y después lo volvía a introducir con la misma suavidad inmisericorde con la que lo hizo la primera vez. Podía ver en su mirada el gozo que le producía causarme dolor, un gozo analítico, disfrutaba la imagen de la vara metálica entrar en la carne, luego en el hueso, ver brotar la sangre y ver como salía de mi brazo, brilloso y sanguinolento. No sé cuantas veces lo hizo, ya no me dolía, o cuando menos la sensación no era un dolor propiamente dicho.

Limpió su pañuelo una vez más, pero esta vez volvió a guardarlo en el saco. Supe que ya había quedado satisfecho y que por lo tanto era mi fín. El frío de muerte otra vez. El extraño hombre miró al techo. Me miró fijamente y comenzó a estrangularme. Creo que es un dato obvio e irrelevante el que lo mencione, pero es una sensación tan horrible que tendré que hacerlo: No podía respirar.

Traté mil veces de liberarme, con todas mis fuerzas, con todo lo que tenía, con el brazo izquierdo sangrante y adolorido, con este extraño sueño que aún a punto de morír sigue ahí. Trataba de patalear, trataba de gritar, pero todo se quedaba en simples intentos. Necesitaba aire, mi cuerpo me lo pedía. Es esa terrible sensación que aparece en la boca del estomago, como un cosquilleo que comprime los pulmones. Quiero respirar, necesito respirar, pero con este sueño no voy a poder moverme mas. Necesito aire, no mucho, solo un poco, quiero gritar, quitarme esta sensación, no puedo mas, vamos, solo un poco de aire, rápido que todo se esta oscureciendo y se siente bien porque tengo sueño.

En ese momento me levanté. Abrí la boca y di una gran bocanada de aire que hizo que mis pulmones se estremezcan y me dejó mareado por unos segundos. Miré a mi alrededor y vi mi recamara en orden. Fue entonces que me di cuenta que mi brazo izquierdo estaba entumecido, con hormigueo y sentía una ligera punzada cada vez que hacia un movimiento. Mi corazón estaba latiendo muy rápido, creo que lo mejor será tomar un vaso con agua. Ya estaba consiente de lo que había pasado, pero aún así, salí con cautela para verificar que el horrible comedor y la vajilla de mi tía estaban en perfectas condiciones. Así estaban.

Todo lo demás también, los sillones, las macetas y el reloj que marcaba las 3 de la mañana. Había sido un mal sueño. Un sueño en el que fui perseguido y torturado por mis sentimientos de culpa disfrazados de mafia italiana y en el que mi bella presea apareció muerta e irrecuperable, sumergida en un agujero de mi cama, en donde estará enterrada por siempre.

Casualmente hoy estaba leyendo que cuando se duerme del lado izquierdo, y presionando el brazo, la circulación se alenta y no permite el correcto fluir de la sangre, pues se ejerce una presión sobre el corazón. Esto produce en ciertas ocasiones, un sobre esfuerzo pulmonar para poder oxigenar la sangre, cuando los pulmones se fatigan, la respiración se vuelve lenta y puede producirse un paro respiratorio. Se me hizo muy gracioso. Pero hay gente que ha muerto por eso.